Con la inconfundible mezcla de ingenio, misticismo y humor que define su obra, Pedro Friedeberg nos sorprende nuevamente con su “Mano Pie”, una pieza que desafía la lógica y despierta la curiosidad más profunda del espectador.
En esta creación, la mano y el pie se fusionan en un gesto de unidad entre el pensamiento y el movimiento, entre la idea y la acción. Es la materialización de un equilibrio casi imposible, donde lo absurdo se vuelve sublime y lo cotidiano se transforma en un juego visual cargado de simbolismo.
Cada detalle en la Mano Pie invita a detenerse, a contemplar y a redescubrir el placer de lo insólito. La obra nos habla con ternura y picardía, recordándonos que el arte —como la vida misma— es un acto de equilibrio, de búsqueda constante entre el cielo y la tierra, entre lo que soñamos y lo que tocamos.
En Capital del Arte, celebramos esta pieza como una manifestación pura del espíritu libre y visionario de Friedeberg, capaz de convertir lo imposible en una forma tangible, bella y profundamente humana.
















